Ésta amenazadora tarde de Agosto que, desalmada, quiere
llevarse a hurtadillas lo que queda, - si queda algo-, de verano, me disponía a
devorar mis apuntes, café en mano y estómago asentado, cuando mis pensamientos,
una vez más, se han inmiscuido deliberadamente en mis planes y me han
arrastrado a regañadientes a éste, mi Blog.
Como no podía ser de otra manera, nada más hacer clic para
"escribir un nuevo post", me vienen a la cabeza latosos pensamientos
acerca de lo que publico y no publico aquí.
Si ustedes supiesen lo que saben las teclas de mi raído y
ajado portátil... pero, por supuesto, no todo puede,- y menos debe- decirse.
Es por eso que llevo días en silencio; lo que para una
servidora en tiempo de exámenes, resulta de lo más inconcebible.
Y es que: señores, señoras, parece que tenemos buenas nuevas
y malas viejas.
Las malas son las viles e infames de siempre: El examen de
Septiembre que llevas estudiando desde el trece de Agosto, -ná más ni ná
menos-, que, por supuesto, aún llevas mal y que, por descontado, se acerca
pérfido a su fecha, sin el más mínimo ánimo de indulto. El lacerante, e inminente
final del verano, con todo lo que ello conlleva... que aunque una esté ya
metida (de lleno) en su rutina de biblioteca, la depresión post vacacional nos
afecta a todos. La vuelta a la rutina, también familiar, y por esto me refiero
a las primeras taras en la convivencia de varias personas recluidas, cada una,
en su propia depresión post vacacional. Ese fulgurante bronceado que se escapa
sin dejar mayor vestigio que una serie de irritantes "marcas de
bikini" por todo tu cuerpo. (Las pecas también se esfuman). La más que
perturbadora idea de tener que acercarse a la facultad en unos días, a elaborar
cuidadosamente tu infernal matrícula, para que luego la siempre
"agradable" señora de la secretaría te la desarme por completo. El
comienzo de las clases y las promesas inalcanzables que todo estudiante que se
precie, se hace allá por el 1 de Septiembre: "Éste curso, voy a ir a todas
las clases", "Éste año, estudiaré al día. No va a pillarme el toro en
Febrero". En fin. Para qué contarles...
Pero, no todo son malas desmoralizantes. Septiembre también
se arma de virtudes de cuando en cuando. Hay buenas nuevas, que de nuevas
tienen lo que cada mes que llega.
Los reencuentros con los amigos y amigas, que, para no
perder la cirrótica costumbre estival, te cuentan sus andanzas veraniegas
acompañadas de litros de cerveza, tinto, o semejantes. La escapada madrileña de
"ese día que no ibas a salir" por el cual (maldita impulsividad)
ahora te torturas delante de tus apuntes. Apuntes que te miran como diciendo:
"A mi no me vengas ahora con prisas, que llevo todo el verano en el más
vasto de los abandonos." La vuelta al gimnasio, con algunas caras nuevas y
el siempre placentero sentimiento de sentirse uno "realizado", (ese
mismo que los estudios no me producen). Tu cama y tu vida, de nuevo dentro de
tu habitación, y no desperdigada en distintas maletas a cual más caótica. La Liga de fútbol, la Supercopa que por
cierto, hemos ganado, -¡ Hala Madrid !-, y demás cartelera
"razonable" en la televisión. Las fotos de verano, que siempre acaban
en la cámara de alguien que por supuesto no tiene la más mínima intención de
pasarte. Y, ese chico que conociste con unas cuantas copas de más y varias
neuronas de menos (entiéndase, por el calor y por las horas...), cuyo salado
recuerdo, albergas la apocada y vehemente esperanza, de que sea real.
Pero, sobretodo, como cada Septiembre, éste nos deleita con
una de mis palabras "TOP" del diccionario; "Expectativas": esperanza o posibilidad de conseguir una cosa.
Y eso os deseo a todos, que se cumplan vuestras expectativas, que sepáis lidiar con ellas, y que valoréis siempre que las malas viejas siempre traen alguna buena nueva.
¡ Feliz Septiembre !
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