lunes, 13 de agosto de 2012

Al sur del sur...




Cádiz es puerto de mar, donde dos mares se abrazan, 
situado en la bahía del "pescaíto" y las barcas, 
un baluarte en los castillos configura sus murallas 
si el viento levanta el mar... El sol de nuevo lo calma. 
¡Al Sur de mi Andalucía -en esa punta de España- 
mi "Cai" canta en sus murgas la verdad de lo que pasa!

Ángeles Asensio



  Hará cosa de unos quince años, mis pies comenzaron a sedimentar en la que posteriormente se convertiría en una fructífera relación con Cádiz; ese lugar al sur del sur, donde los vientos tienen nombre y apellido, en el que se come y se bebe lo que no está escrito. 

Desde entonces, cuando el calor se hace ya insoportable en la capital, consigo –a duras penas- embutir todas mis pertenencias y, aviada, parto rumbo hacia el mar del estrecho. 

Como cada año, el entusiasmo por los tan ansiados reencuentros y las ganas infinitas de zambullirme en el mar como si de un delfín se tratase, son ya asiduos compañeros de tan largo viaje. Seis horas que dedico en cuerpo y alma a augurarme a mí misma el mejor de los veranos, y a pesquisar acerca de todas las aventuras que éste me deparará…

Como intuyo que ha de pasarles a ustedes, suelo poner las más altas expectativas en mi época estival, convirtiéndola en, algo así, como mi “tiempo de felicidad”. Expectativas que, cada año, mi Cádiz, consigue superar con creces. 





Ya no sé si son las largas tardes de sol, los despertares a orillas de la frontera de un continente, las vistas de África asomando tras la bruma durante los desayunos en la terraza, el olor a sal y a crema solar, el dorado de la piel o las pecas de más que siempre aparecen, ese libro que te atrapa, siempre lleno de arena, o la plenamente satisfactoria sensación de que el infinito mar te absorbe y consigue dejar tu mente en blanco, puede que el “pescaito” frito, los espetos, los arroces o las tapas, las cervezas, los mojitos, las copas… Quizás sea Tarifa, situada en la parte más angosta del canal, por su cercanía a tierras africanas. Sus playas interminables, sus dunas, o los vientos que difunden Mediterráneo y Atlántico. Los surferos… Hacer el muerto en la piscina, las ahogadillas a modo gracia que nunca te hace, los paseos en el barco de algún encantador gallardo, las cautivadoras noches contemplando las estrellas desde la arena, normalmente acompañadas de una filosófica y siempre inusual conversación con alguien interesante, la plaga de argentinos rematadamente guapos que frecuentan el Polo, o el placer de las siestas largas viendo las Olimpiadas.

Es posible que sean los reencuentros con mis amigas de toda la vida, esas a las que no veo a penas en todo el año pese a intentarlo, en vano, una y otra vez, pero en cuya amistad ni tiempo ni distancia consiguen hacen mella. Mis “chawis”, las inseparables. Tal vez sean nuestras incursiones nocturnas que acaban con desayunos al amanecer, síntomas evidentes de cansancio físico y posible cirrosis estival, acompañados de la más apabullante de las sonrisas tras haber bailado todas y cada una de las “canciones del verano”. 

O, es posible; que se componga de todos éstos pequeños detalles, la ecuación que finalmente convierte mi verano en algo maravilloso. 















Dedicado, por supuesto, a mis "Chawarmas"; os quiero y ya os echo terriblemente de menos...


FELIZ VERANO A TODOS !!!

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